Sí, es entonces cuando la mente se libra de las ataduras diurnas, cuando ya no tropieza con los obstáculos de la consciencia, cuando echa a volar para alcanzar recónditos pensamientos, cuando la inspiración baja y se queda tan cerca que puedes sentirla a tu lado, cuando las ideas más descabelladas se presentan ante ti de forma nítida y sin escabullirse, cuando eres capaz de visualizar lo imposible, cuando la línea que separa la realidad del sueño se vuelve difusa.
El momento idóneo para crear.
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