Cada vez que voy a la fotocopistería, lo cual ocurre bastante a menudo, dado que tengo que ir a imprimir mis trabajos siempre allí, paso por delante de una tienda de instrumentos musicales, así que no puedo evitar quedarme mirando el escaparate siempre voy para allá.
Si tuviera dinero de sobra para darme todos los caprichos que quisiera, me compraría unas guitarras y un teclado a los que ya he echado el ojo. ¡Me llaman a gritos desde el escaparate!
Otra solución sería que el dueño de la tienda me dejara ir a tocar allí siempre que quisiera, como recuerdo que pasaba en un capítulo de "Las chicas Guilmore": la coreana (creo que era de allí) se enamoraba de una batería y la dueña de la tienda le dejaba ir a tocarla todos los días que quisiera después de cerrar. Venga, la próxima vez que pase, entro a preguntar si me dejan hacer lo mismo. ¿Colará? Si fijo que ya les suena la cara de tristeza que pongo cada vez que miro su escaparate...
1 comentario:
Cuantas veces me habrá pasado eso, de enamorarme de cosas (y personas) inalcanzables... yo ya no puedo mirar para los escaparates de las tiendas de música q me pongo malo xD Ains, quien nos diera ganar la lotería para darnos algunos caprichos...
Saludos desde Madrid^^!!! (ya te contaré a ver q tal sale el concierto hoy)
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